viernes, 3 de mayo de 2013

EL FINAL DEL ESTADO DE BIENESTAR


Los gobiernos europeos son los discípulos más fieles del economista Keynes. El lema: “¡Qué el estado se encargue!” De mi sueldo, mi familia, mi pensión, en fin: de todos mis problemas.

Para que el estado pueda ejercer de niñera necesita dinero. Por eso nos cobra ese dinero. Pero no es suficiente. Por eso la niñera estado tiene que prestar dinero. Es lo que han hecho nuestros gobiernos. Lo hicieron durante muchos años. Había un boom. Pero el boom se acabó.

La economía no levanta cabeza, porque el estado la tiene maniatada. Solo el estado puede levantarla. El estado no permite que nadie lo haga por él. Para eso la economía necesita subsidios que a su vez tienen que ser prestados por el gobierno. Por eso tenemos una depresión económica.

Para los países que están en una depresión económica solo quedan algunas posibilidades:

  • Los gobiernos pueden imponer más austeridad. Es políticamente cada vez más difícil aplicarlo. Los “expertos” keynesianos dicen que esto impide la recuperación económica.
  • Los estados que todavía no están en quiebra tienen que endeudarse para pagar la factura. Esta idea no es popular en en esos estados., 
  • Los estados insolventes pueden salir de la zona euro y inflar sus nuevas monedas. Sería un problema para todos.


Resumen: no hay salida ni barata, ni indolorosa. Los países insolventes quebraran en algún momento. Esto obligará al BCE de inflar el euro. Estoy hablando de hiperinflación, de dos dígitos. Claro que tampoco es una buena solución, porque las obligaciones de Supernanny con los parados, los pensionistas, etc. siguen. Y el importe de estos pagos por hacer en el futuro es astronómico.

¿De qué estoy hablando?

Estoy hablando del final del estado de bienestar. Es una verdad 100% segura que nadie quiere mencionar: el estado de bienestar está acabado. No se puede costear. No se pueden cumplir las promesas. Si no lo crees pregunta al Señor Hollande, presidente de un país vecino.

Pero la fe de la gente en Supernanny Estado sigue inquebrantable. “No es mi problema”, dicen los creyentes en Estado Todopoderoso en la Tierra.

Ahora no. Pero mañana, sí.

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