“Señoras, señores, bigéneres,
agéneres, andróginos, pangéneres, trans-masculinos, bi-espíritus, intergéneros,
neutros, MTFs, FTMs, CISs …”
Así podrían empezar en un futuro
discursos o cartas oficiales. Porque el 13 de febrero, Facebook ha cambiado en
su versión en inglés la configuración de la pestaña “sexo”. Quedan atrás los
tiempos donde la gente tenía que escoger entre “masculino” y “femenino”. Ahora,
en Facebook podemos escoger – por lo menos el la versión en inglés – entre 58
definiciones de nuestro género. Además, los usuarios pueden escoger si hay que
dirigirse a ellos como “him”, “her” o “them” (él, ella, ellos, -as).
Ya que cualquier innovación que viene
de EE.UU. más tarde o temprano se copia en España, estamos ya de sobreaviso.
Pronto veremos que también en España se pueda escoger para los formularios en
Facebook, para el DNI y los CVs de entre más posibilidades para nuestro género
que de platos en un restaurante chino. En las zonas bilingües, tendríamos unos 106
posibilidades, mínimo. Y no quiero ni pensar en las 24 idiomas co-oficiales de
la UE, guardián máximo de la corrección política, donde los traductores
tendrían de trabajar con 1.392 posibilidades.
Con sus 58 posibilidades para
describir nuestro sexo, Facebook rinde honor a la teoría de géneros. Ya no solo
se limitan a diferenciar entre el género biológico y social. Que va. Ahora dan
un paso más: sus representantes más radicales ya han llegado a negar la
existencia o por lo menos la relevancia del género biológico.
En fin, el mundo no se acabará con
esta tontería. De momento tampoco se introduce la obligación de ser homosexual
en nuestra sociedad. Constatamos simplemente que hay personas que se les causa
un sufrimiento psicológico al ser tratados simplemente de hombre o mujer. Para
no herir sus sensibilidades nos vamos a adaptar a las 58 posibilidades de
Facebook y ver como poco a poco nos acostumbraremos de la misma manera como nos
hemos acostumbrados a los “miembras” y “miembros” y otras muestras de
progresivismo.
El problema queda para el día a día.
Claro, en una conversación de tú a tú no existen menús desplegables con 58
posibilidades. Y son precisamente los que insisten tanto en la identidad del
género gramatical y biológico que van a tener un grave problema. En muchos
idiomas, entre ellos el castellano, se designan grupos genéricamente mixtos con
el masculino plural. Se habla normalmente de politicos, no de politicas, y de
mecánicos y no de mecánicas. El nombre para este fenómeno es “masculino
genérico”.
Pero precisamente este masculino genérico es un paño rojo, el
último baluarte de la dominación patriarcal y el machismo que existe en España
y en el resto de Europa y el mundo.
Por lo tanto no carece de cierta
lógica que la universidad de Leipzig (su más ilustre catedrático, Hegel, se
revolvería en la tumba al enterarse de ello) en Alemania ha decidido introducir
en sus documentos oficiales el femenino genérico. En dichos documentos, a
partir del año pasado, siempre se habla ahora de, por ejemplo, catedráticas
(“Professorinnen”) cuando se trata de un grupo mixto. Que puede haber
catedráticos que no se pueden identificar con esa nueva regulación se asume
bajo el apartado “discriminación compensatoria”.
Pero, yo me pregunto: ¿Y que pasa con
las otras 57 posibilidades? Pues, es impensable que la universidad de Leipzig y
el feminismo mundial quieran discriminar a otros grupos oprimidos por el
machismo, el patriarcado y la heteronormatividad usando el femenino plural.
No nos quedará otra que buscar
innovaciones en el ámbito lingüístico. Porque con los sufijos el castellano
decide tajantemente sobre el género implicado. ¡Qué le vamos a hacer! Para los
56 posibilidades restantes, por lo tanto, urge la creación de nuevos sufijos
gramaticales. Algo como: “Estimados estudiantes, estudiantas, estudiantos,
estudiantisimos, estudiantisimas, estudentores, estudentoras, estudentisas,
estudentosos, estudentises, studenta, studenti, studentos, studentas, etc.
Pero claro, seamos sinceros: ¿quien va
a ser tan políticamente correcto? Ni siquiera Facebook y la universidad de
Leipzig. Entonces quiero hacer la siguiente propuesta: tenemos que introducir
el principio de rotación.
Al inicio de cada año se decide cual
de los 58 posibilidades rige en este año. En los documentos electrónicos sería
fácil hacer el cambio correspondiente de cada año. Y en este año el término
correspondiente incluiría las demás 57 opciones. Y cada 58 años tendríamos de
nuevo la forma clásica: el masculino incluso en el plural. Y los que tienen
problemas sicológicos con esta forma, cada 57 años pueden tomarse un año
sabático y retirarse a un lugar aislado – opción que yo les recomendaría de
todos modos hasta la imposición obligatoria de mi propuesta.