La tragedia griega ha sido simplemente el calentamiento para el
espectáculo principal: la suspensión de pagos de varios países y de su salida del
euro. El primero será Grecia. Lo doy por descontado. Otros seguirán.
La salida del euro dejará a los acreedores de sus bonos con pagarés en
euros cuyo interés se pagará en dracmas, liras, escudos y pesetas. Estos
acreedores son principalmente los bancos alemanes, franceses y los fondos de
pensiones de medio mundo. Sufrirán pérdidas catastróficas.
Mario Draghi, el presidente del BCE dijo el pasado 26 de julio:
“Haremos lo que haga falta para salvar al euro. Y créanme: será suficiente.”
El
Señor Draghi lo dijo sin haberlo coordinado con otros representantes del BCE.
Ellos no sabían nada de un cambio de política. Draghi hizo la afirmación en un
encuentro informal con el príncipe Carlos de Inglaterra, el Primer Ministro Cameron y otros
peces gordos justamente la noche antes de la apertura de los JJ.OO. Fue una
afirmación espontánea y todo el mundo tomó nota. Parecía que el Mesías había
hablado para calmar las olas.
Y he aquí: los inversores
en todo el mundo gritaron “aleluya” y lo creyeron. Y las bolsas subieron y la
tasa de interés de bonos a 10 años para España cayó del 7,6% al 6,7% en un día.
Y la bolsa en Madrid subió un 5%. Y todos quedaron maravillados de las cosas
que habían visto.
Era la hora de super Mario, el nuevo mesías. Lo que suele pasar con
los nuevos mesías es que duran poco. Lo de Supermario duró una semana.
Hasta aquí las promesas. El señor Draghi tiene que hablar con
hechos. Es decir: tiene que proveer dinero suficiente para que el gobierno
español pueda cubrir el déficit monumental que aumenta todos los días. Hoy no
había milagro. La bolsá cayó lo que había subido hace una semana. La tempestad
está de vuelta. No fue una sorpresa para mi. Ni tampoco para los lectores de
este blog. Fue una decepción solo para aquellos que adoran aire caliente y
palabras vacías. O sea: para los que invierten en la bolsa y bonos del estado.
El
viernes pasado corría el plan de comprar bonos emitidos por Grecia, Italia y
España en el mercado secundario (que realmente es lo como suena: un mercado de
segunda mano).
¿Por qué en el mercado secundario? Pues muy fácil: para evitar la prohibición
que tiene la BCE de comprarlo directamente a los gobiernos. Pero el resultado es el mismo.
Y ahora
la cruda verdad: el Señor Draghi no tiene ningún plan. No sabe que hacer. Y
cada vez que habla sin hacer nada, subirá el pan (o sea: bajará la bolsa).
Para ser
creíble, Supermario tiene que producir un milagro. Por ejemplo andar sobre las
aguas. Y lo va a intentar. Se hundirá. Y el euro y el BCE con él.
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