El grupo secreto sin nombre oficial llamado
“EuroGroup” pensaba que podía obligar al gobierno de Chipre a imponer un
“impuesto” sobre los depósitos bancarios. “Solo esta vez,” decían. “Porque
Chipre es un caso especial”.
Por cierto, nunca he entendido lo del caso
especial. Se decía “especial” porque los depósitos en los bancos chipriotas
excedían el PIB del país con creces. Igual que en Islandia. Lo que pocos
mencionan es que tenemos otro “caso especial”. Se llama Luxemburgo y vive
básicamente de un sector de la banca inflado a más no poder, igual que Chipre,
y del ejército de eurócratas y sus sueldos no menos inflados que residen dentro
de sus fronteras.
Pero volvamos a Chipre. El presidente del país
que hace unos días juró y perjuró que jamás de los jamases se tocarían los
depósitos de los ahorradores se entregó con alma y espíritu al EuroGroup.
Finalmente, el domingo pasado, dijo a su electorado: “Ha sido broma. Me lo he
pensado mejor. A mí que me importan las tonterías que dije ayer.”
La respuesta de la gente fue fulminante. Se
echaron a la calle y como es un país pequeño, a sus señorías les entró temor.
Temor al pueblo. Una sensación extraña para un político europeo. Ahora la culpa
es de Merkel, de los judíos, de los masones o de la UEFA.
Y he aquí, todos con una voz, dijeron: “No hay
trato”. Qué el EuroGroup se busque la vida. De paso, los chipriotas también se
van a tener que buscar la vida, pero esta es otra historia.
Ahora no habrá convenio secreto. Porque ahora,
todo el mundo está mirando. Es un serio revés para el nuevo orden mundial en
Europa. Los eurócratas apenas consiguen mantener la zona euro a flote con la
ayuda de promesas y dinero que no existe. Y ahora se atreven los de Chipre a
decir “no”. Simplemente no quieren pasar por el aro. Prefieren saltar al vacío
antes de obedecer a Bruselas. Tiene algo de épica, que duda cabe.
Ahora vamos a ver lo que pasará el martes que
viene. Dos bancos ya se van a ir a hacer gárgaras. No serán los últimos. A
todos los bancos les espera un “bank run” como en los años 30. Es una imagen
que los eurócratas van a querer evitar a todo coste. Porque ya no es
Argentina o Zimbabue. Es Europa. Lo que no se ha visto en 90 años. Los
banqueros de Chipre harán bien en buscar un billete solo de ida al desierto de
Gobi. Porque a sus compatriotas no les temblará la mano a la hora de descubrir
lo que queda de sus ahorros en el banco de turno.
Vamos a ver lo que pasa el martes. Es como el
duelo en la peli “High Noon”. Y a mi las películas del oeste siempre me han
gustado. Espero que gane el menos malo.
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