Pero ahora, el cuadro ha cambiado completamente. De repente, los bancos dependen de los gobiernos: son ellos que tienen que "salvar" a los bancos. Y el Banco Central Europep (BCE) es "el salvador" de última instancia. Pero de momento, el BCE no se mueve, por lo menos no mucho. No quiere o puede rescatar a Grecia, Italia y España.
Los gobiernos de los famosos PIIGS (Portugal, Italia, Irlanda, Grecia y España) que extendieron los famosos pagarés a los bancos del norte de Europa están técnicamente insolventes. En cuanto Grecia se declare insolvente - y lo hará - las pérdidas incrementarán aún más. Cuando pase lo mismo a España - y pasará - las pérdidas se incrementarán mucho más todavía. Y cuando le toque a Italia - y le tocará - todo el sistema bancario europeo colapsará.
Pero, los gobiernos van a hacer todo lo posible para que esto no pase. ¿Dónde está la salvación?
Solo hay dos factores que hoy por hoy pueden salvar al sistema bancario europeo:
1. El BCE
2. Los contribuyentes de Alemania cuyo gobierno se ha empeñado extender el poder de la Eurozona sobre el resto de Europa. Estos políticos están dispuestos (aunque hoy por hoy dicen todo lo contrario y Europa les odia por ello) a firmar los pagarés necesarios a cargo de sus ciudadanos con tal de conseguir esta consolidación.
Ahora, solamente hay un pequeño problema: los gobiernos del norte de Europa no tienen el dinero para prestarlo a los PIIGS. Ellos mismos tienen que pedir dinero a tasas de interés que van subiendo (también Alemania, por cierto). Si esto fuera poco, se ven con el problema adicional de tener que garantizar la operatividad de sus propios bancos comerciales.
¿Quién le va a prestar el dinero a Alemania para rescatar a los PIIGS? ¿Dónde están los inversores que piensan que esto es una buena idea? En la medida que suben los intereses para la deuda soberana la respuesta es: cada día hay menos. Y cuando los intereses a largo plazo suben, los intereses más bajos a corto y medio plazo se convierten en un mal negocio para sus dueños.
Por un lado, los inversores tienen que disponer de los fondos para comprar bonos estatales, es decir: para prestarlo a los gobiernos. Y los gobiernos necesitan este dinero para inyectar capital a la banca. Pero ahora surge otro problema: para pagar los bonos, los inversores tienen que transferir el dinero desde sus cuentas bancarias. Pero ¿Qué pasa si su banco de turno se queda sin fondos?
(continuará)
Los gobiernos de los famosos PIIGS (Portugal, Italia, Irlanda, Grecia y España) que extendieron los famosos pagarés a los bancos del norte de Europa están técnicamente insolventes. En cuanto Grecia se declare insolvente - y lo hará - las pérdidas incrementarán aún más. Cuando pase lo mismo a España - y pasará - las pérdidas se incrementarán mucho más todavía. Y cuando le toque a Italia - y le tocará - todo el sistema bancario europeo colapsará.
Pero, los gobiernos van a hacer todo lo posible para que esto no pase. ¿Dónde está la salvación?
Solo hay dos factores que hoy por hoy pueden salvar al sistema bancario europeo:
1. El BCE
2. Los contribuyentes de Alemania cuyo gobierno se ha empeñado extender el poder de la Eurozona sobre el resto de Europa. Estos políticos están dispuestos (aunque hoy por hoy dicen todo lo contrario y Europa les odia por ello) a firmar los pagarés necesarios a cargo de sus ciudadanos con tal de conseguir esta consolidación.
Ahora, solamente hay un pequeño problema: los gobiernos del norte de Europa no tienen el dinero para prestarlo a los PIIGS. Ellos mismos tienen que pedir dinero a tasas de interés que van subiendo (también Alemania, por cierto). Si esto fuera poco, se ven con el problema adicional de tener que garantizar la operatividad de sus propios bancos comerciales.
¿Quién le va a prestar el dinero a Alemania para rescatar a los PIIGS? ¿Dónde están los inversores que piensan que esto es una buena idea? En la medida que suben los intereses para la deuda soberana la respuesta es: cada día hay menos. Y cuando los intereses a largo plazo suben, los intereses más bajos a corto y medio plazo se convierten en un mal negocio para sus dueños.
Por un lado, los inversores tienen que disponer de los fondos para comprar bonos estatales, es decir: para prestarlo a los gobiernos. Y los gobiernos necesitan este dinero para inyectar capital a la banca. Pero ahora surge otro problema: para pagar los bonos, los inversores tienen que transferir el dinero desde sus cuentas bancarias. Pero ¿Qué pasa si su banco de turno se queda sin fondos?
(continuará)
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