martes, 3 de julio de 2012

PANICO EN EL NUEVO ORDEN MUNDIAL (VII)


Casi uno puede reírse de lo cómico que es la situación: nuestros políticos que acaban de reunirse para salvar al euro están en manos de los griegos y de sus depósitos bancarios. Cuando el pánico allí aumenta y habrá colas delante de los bancos ha llegado el final.

Si sacan su dinero en efectivo, el banco local colapsará, pero como este dinero se gasta, otro banco lo recibirá y no hay muchos problemas. Pero el otro bank-run, el silencioso, es mucho más peligroso. Es el bank-run que ya lleva un año: grandes cantidades de dinero se transfieren de Grecia a Alemania, donde residen centenares de miles de griegos.
     
Somos testigos del final del sistema bancario griego. A menos que el BCE interfiere de forma masiva, para finales del año la banca griega descansa en paz. Los eurócratas no pueden hacer nada para impedirlo. La única entidad que tiene la posibilidad de hacerlo es el BCE cuando se les otorga el poder de hacer lo que les da la gana, es decir: prestar dinero a Grecia con cualquier aval que se les antoje, por ejemplo pagarés emitidos por el gobierno de Grecia.

Angela Merkel puede patalear, gritar o contener la respiración hasta que se vuelva morada, pero es evidente que no tiene poder sobre el BCE. Esto poder ya fue cedido y los acontecimientos de este fin de semana son la prueba.

Por esta razón, el BCE finalmente inflará, inflará e inflará más. El presidente del BCE puede llenarse la boca hablando de la responsabilidad de los políticos para tomar medidas para mantener el sistema funcionando. Pero finalmente el BCE va a tener que actuar. Su su arma se llama "inflar" - inundar Europa con dinero creado de la nada.

Por supuesto, para esto hoy por hoy no hace falta imprimir dinero. El BCE prestará dinero a bancos y a gobiernos. No importa que en 1999 se prohibió tal cosa. Se cambiarán las leyes. El parlamento alemán acaba de hacerlo aunque la decisión del parlamenta va en contra de la constitución alemana. El tribunal constitucional no lo impedirá. Los tiempos cuando los tribunales constitucionales protegieron a las constituciones en Europa ya han pasado a mejor vida.

En medio de todo este espectáculo, nadie va a acusar al BCE cuando interviene para rescatar a un gobierno que está a punto de ser insolvente. La razón es evidente: ningún político va a querer (y poder) poner el dinero sobre la mesa para salvar a uno de los grandes bancos de su país.

Las cartas están echadas. Los europeos serán desheredados por la inflación y obligados a formar parte de un superestado europeo. Y tengo la sensación que la gran mayoría de los europeos no quiere ni el uno, ni el otro. Pero nadie les va a preguntar.

Mientras tanto, los "expertos" celebran la subida de la bolsa por la esperanza que llegue ese dinero creado de la nada. Los tiempos, cuando una barra de pan costará 3 euros ya están un poco más cerca.

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