Paso a paso, en estos últimos meses, la propiedad de los créditos “tóxicos” ha pasado del sector privado al sector estatal en prácticamente todos los países occidentales y sobre todo en EE.UU. De hecho, para que te den ahora un crédito tienes que prometer al gobierno de turno que vas a pagarlo.
La pregunta es: ¿De dónde sacan los gobiernos el dinero para garantizar y pagar estas “promesas”? “De los inversores” nos dicen. Esto quiere decir:
a. De los bancos centrales (muchas veces extranjeros).
b. De fondos de inversión que buscan un puerto seguro (AAA rating) ante el desplome de las bolsas.
c. En el caso de EE.UU. del sistema de reserva federal (Federal Reserve System).
¿Por qué creen los bancos centrales extranjeros y los gerentes de los fondos de inversión a los gobiernos? Porque nuestros gobiernos tienen una institución muy eficaz a su disposición. Se llama Hacienda. Nuestros gobiernos también tienen una línea de crédito con el Banco Central (BCE o FED). ¿Y que tienen el BCE o el FED? Una licencia del gobierno (o de los gobiernos) para producir números, es decir, dinero.
El mundo financiero depende de promesas. Promesas para devolver números. Si este sistema de promesas se rompiera – y esto ocurre cuando la gente pierde la fe en el sistema – la mitad de la población de Europa, Japón y de EE.UU. estaría muerta dentro de menos de un año. La división del trabajo se colapsaría. Este sistema de división del trabajo y de los servicios mantiene nuestra sociedad funcionando.
Nuestra sociedad en su totalidad no ha perdido todavía este tipo de fe. Todavía no. Salvo algunos. Cuando lo pierda el resto, hará mucho frío.
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