Sin embargo, después de cinco años seguimos sin saber quien estaba detrás de los atentados. ¿Quién era el cerebro de la operación? Realmente se sabe casi nada, pero parece que a estas alturas a poca gente le importa.
Lo mismo ocurre con el 11 S, el atentado a las torres gemelas en Nueva York. Muchas preguntas sin respuestas:
¿Por qué no se encontraron restos del fuselaje más grandes que un billete de 10 Euros en el avión que se estrelló en Pensilvania?
¿Como es posible que un Boeing que supuestamente impacta sobre el Pentágono abre una brecha con sólamente 10 metros de anchura?
¿Por qué no hay grabaciones del impacto en un edificio que está rodeado de cámeras de seguridad?
¿Por qué se derrumbaron las torres gemelas de forma vertical, como en una voladura controlada?
¿Por qué se derrumbó el edificio nº. 7, que estaba el lado, pero muy lejos de la zona de impacto?
¿Cómo es posible que un pirata aéreo que prácticamente no sabía nada de como volar un avión comercial es capaz de estrellar un avión a toda velocidad volando en una curva?
Son algunas preguntas sin respuestas. Todo es más creíble que las versiones oficiales de ambos atentados.
Lo qué sí es cierto es la paulatina pérdida de libertades civiles desde al año 2001. Orwell quedó corto con su visión del Estado totalitario en su novela 1984. El quedó corto, porque nuestros gobiernos pueden vigilarnos en cualquier momento y en cualquier lugar, pero de forma mucho más sofisticada que a los ciudadanos de "1984".
Cierto es el dicho: "el mejor ladrón es aquel que no se da cuenta que roba." Y yo añadiría: "El ciudadano que más fácil se manipula es aquel que no se da cuenta como le manipulan."
Las víctimas de ambos atentados se lo merecen que no dejemos de hacer preguntas políticamente incorrectas.
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