Salvador Sostres es un periodista catalán que en los últimos ocho años ha protagonizado más que un escándalo por sus declaraciones controvertidas y provocativas. Por cierto, personalmente comparto casi nada de lo que ha escrito y dicho hasta la fecha de hoy.
Sin embargo, me llamó la atención un artículo suyo del 13 de julio 2012 en "El Mundo" que me llegó de rebote con el título: "Un estado moderno." Muy al estilo suyo está lleno de afirmaciones provocativas. La diferencia es que esta vez ha dado en el clavo.
La reacción de algunos en "Facebook" era contundente. Se llegó incluso en pedir la cabeza del periodista, amén de todo tipo de insultos. En fin: una muestra de rigor intelectual por parte de algunos que usan las mismas armas que critican en otros. Lo que es típico para una cultura que no está acostumbrado a debates sin insultos es que ninguno de los comentaristas en Facebook hace un esfuerzo en combatirlo con argumentos. Ninguno. Pero claro: lo que hoy día es fácil es el insulto y la difamación a través de Facebook. A final solo son cinco palabras y un clic en una tecla.
Pero vayamos por partes. Voy a citar enteramente su artículo, con algunos comentarios míos. Ayer defendí algunos de sus afirmaciones públicamente en Facebook y a algunos de mis amigos no les gustaba. Están en su derecho. También hoy voy a perder algunos amigos. Pero así es la vida. La verdad nunca se proclamó de forma gratuita. Invito a todo el mundo a comentar. Soy defensor a ultranza de la libre expresión. Pero no voy a admitir insultos. Y recomiendo una cosa: si Sostres y yo nos equivocamos en los hechos y dichos, por favor que se demuestre a base a argumentos.
Como esto es un blog que se dedica sobre todo a escribir sobre temas de economía y finanzas, el tema se presta. Es el artículo más largo que he publicado en mi blog. Lo siento. Lo sé: casi nadie lo leerá entero. Requiere esfuerzo y tiempo y las prioridades nuestras están en otro lugar. Lo entiendo. Es la ley de Pareto.
Sostres escribe:
"Rajoy continúa sin hacer lo que tiene que hacer, que es crear las bases de un Estado moderno y verdaderamente útil a sus ciudadanos, y no este insalvable lastre. Sobra el 40% de los funcionarios, pero no sólo por la crisis, sino porque un Estado no puede ser esta demencial maquinaria de burócratas."
A ningún político actual que yo conozca (a excepción de Ron Paul) le gusta sentar las bases de nada que dure y menos que sirve al pueblo. Solo piensan hasta las próximas elecciones en el mejor de los casos. Muchos ni piensan en el año que viene. La gran mayoría no piensa nada. Ni tampoco tienen convicciones. Nuestra casta política ha olvidado completamente que deberían servir al pueblo. Pero la misma palabra "servir" ha caído completamente en desuso en todos los niveles.
Con sus primeras dos frases, Sostres se ha quedado corto. Yo diría que es el 80% de los funcionarios que sobra. En cuanto a políticos aumentaría la cifra más todavía. Para comprobar basta con acercarse a cualquier oficina estatal, o semi-estatal. En una mañana se colecciona más ejemplos de esta verdad que uno necesita para subrayar lo que acaba de escribir.
No dudo que haya funcionarios que hacen un excelente trabajo. Tengo algunos entre mis amigos. Y son ellos los primeros que me darán la razón en lo que acaba de escribir. Son ellos que me pueden facilitar más ejemplos que este blog aguante.
El 22% de los empleados españoles son funcionarios. Es decir: Cada 5 españoles necesitan a una persona que les "administre."Un gran ejemplo de efectividad y recursos bien empleados.
"Ni los maestros ni los médicos tienen que ser funcionarios, ni que la Sanidad y la Educación sean servicios universales significa que la red que los provee tenga que ser pública. Sobran 15 autonomías, con sus 15 parlamentos y sus 15.000 cargos duplicados."
¿Por qué un servicio - para que funcione -tiene que ser público? Hasta el día de hoy nadie me ha respondido esta pregunta de forma coherente. Cualquier servicio, cualquier trabajo hecho cuesta dinero. Pero ¿no lo pagamos ya con nuestros impuestos? La respuesta es: teoricamente sí, de facto no. Lo pagamos con dinero prestado, con el endeudamiento del estado que ahora nos asfixia. Nos permitimos un estado de bienestar financiado a crédito. ¡Qué lo paguen nuestros hijos y nietos! Y ellos - nos guste o no - no disfrutarán de todos estos beneficias que ahora disfrutamos a su coste.
Qué Sostres habla de 15 autonomías y no de 17 me hace pensar que el artículo no carece de cierto toque satírico ... De todos modos, con tanto enfado, pocos lo habrán notado.
"La paga extra de los funcionarios, que según Rajoy se ha suprimido de forma temporal, tiene que suprimirse para siempre y como concepto, porque nadie tiene que recibir nada extra por realizar bien su trabajo; y tiene, en cambio, que poder ser despedido si su rendimiento no es satisfactorio. "
"Nadie tiene que recibir nada extra por realizar bien su trabajo." Es una verdad como un castillo. Pero como vivimos en una sociedad donde la chapuza y el engaño se han convertido en regla y no en excepción, se pone el grito en el cielo. Podríamos incluir el tema de las propinas. Una propina y una paga extra deben ser recompensa para un trabajo extraordinario y no un derecho humano como la libre expresión y la igualdad ante la ley. Sobre todo para la persona con una ética de trabajo no mermada por la mediocridad y el pasotismo, el hacer un excelente trabajo es una cuestión de orgullo propio.
De la misma manera se entiende que una persona que paga a sus empleados por un trabajo que tienen que hacer debería estar en condiciones a despedirlos sin más si no cumplen con su parte. El ausentismo en el trabajo es uno des los grandes problemas en el mundo laboral. ¿Cuánto tiempo se pierde porque algunos (muchos) llegan tarde y se van antes o usan los recursos de sus empresas para hacer gestiones privadas? No seamos hipócritas porque todo el mundo sabe perfectamente que estas cosas son la regla y no la excepción en el mundo laboral.
"Del mismo modo, la prestación por desempleo no sólo tiene que reducirse a siete meses, sino que tendría que quedar como un mero cojín de emergencia -uno o dos meses para parar el golpe- y que ir al paro no fuera una opción como lo ha sido hasta ahora para muchos caraduras, que trabajaban lo mínimo para poderse pasar luego largas temporadas cobrando del Estado sin hacer nada."
Eso fue la idea. Las prestaciones sociales como la del desempleo fueron diseñadas para paliar situaciones de verdadera emergencia. Y mientras que uno cobra la prestación de desempleo ¿haría daño a alguien exigir que la persona en cuestión preste un servicio social de algunas horas al día? Y si es simplemente para que no pierda la costumbre o para evitar que mientras cobra el subsidio se presta a trabajos "negros". Las prestaciones sociales muy generosas en casi todos los países europeos fueron saqueados por personas que en un principio no fueron previstos para ser destinatarios de estas ayudas.
"Las subvenciones anulan la voluntad, el esfuerzo y la tensión que nos hacen vivir despiertos y aprovechar cada oportunidad como si fuera la única. Cuando perder el empleo no sea visto por tantos gandules como una ocasión de tomarse un descanso pagado, y todos tengan claro que sin su trabajo no son nada, tal vez lo cuiden con más responsabilidad y menos días personales, y entonces seremos una sociedad mucho más dinámica y competitiva."
Por eso se deberían quitar todo tipo de subvenciones estatales para todo. Menos que el estado se meta con su manía reguladora y manipuladora en nuestras vidas, mejor funcionará la sociedad. El estado asume cada vez más el papel de supernanny que regula, regala, confisca, quita y pone donde le da la gana. Y la gente - como en los tiempos de José en Egipto - se vende al estado, grita por el estado y adora al estado como la fuente de (casi) todos los bienes.
"Hay que eliminar también el concepto de las vacaciones pagadas, y que nadie vuelva a creer nunca más que va a cobrar sin trabajar. Es justo que nos paguen por nuestro trabajo, pero si tenemos la ocurrencia de querer vacaciones, que sea por nuestra cuenta (y, sobre todo, riesgo, tal como están las cosas)."
Una manera muy fácil de gozar de vacaciones es simplemente ahorrar para poder pagarlos. Pero yo no puedo exigir que mi jefe pague un tiempo en el cual yo no trabajo. Dios mandó un día a la semana para descansar. Pero los diez mandamientos no hablan nada de derecho a vacaciones o a la jubilación. Y eso lo escribo sobre todo para mis amigos cristianos: es curioso con que facilidad muchos cristianos siguen a las pautas humanistas y socialistas en lo económico, financiero y social.
He de decir igualmente que me sorprende escuchar tantas voces preocupadas por la crisis, y tantos discursos sobre la solidaridad, y que ningún trabajador haya tenido el gesto de renunciar a sus vacaciones para arrimar el hombro y emplearse a fondo en el propósito de ayudar a su empresa y de proteger su puesto de trabajo. Cuando en septiembre te encuentres en la calle, no digas que no te lo esperabas y pregúntate si hiciste algo para salvarte. Estoy harto de los que tantos discursos dan sobre la solidaridad sin que nadie vaya nunca a reclamársela."
Efectivamente. Tal vez sería interesante que los cristianos tomemos el primer paso para no caer en el mismo victimismo que el resto de la población. Me sorprende con que facilidad entonamos "La Internacional" sin hacer un esfuerzo de extraer nuestras creencias en la Biblia y poner alternativas. Parece que hemos reducido la Biblia a Juan 3:16 y por lo demás nos subimos al carro de los que desprecian nuestra fe. No me extraña que el mundo se ríe de nosotros por eso.
"Tampoco es suficiente reducir un 20% las subvenciones a partidos políticos y sindicatos. Tanto unos como otros tendrían que vivir de las cuotas de sus militantes y afiliados, y de las contribuciones privadas que recibieran. Si no hay suficientes afiliados para mantener a los sindicatos es porque ya no representan a nadie, ni defienden a nadie más que a sus cuadros de secretarios, agitadores profesionales y liberados. Ésta es la única verdad de unos sindicatos que viven fuera de la realidad y que son contrarios a la prosperidad."
Nada que añadir. La verdad es la verdad. Yo mencionaría en la lista también a la iglesia católica y las televisiones estatales y autonómicas.
No se trata sólo de ahorrar, sino de establecer un nuevo contrato entre el Estado y el ciudadano basado en la libertad y en la iniciativa personal, en nuestras cualidades de hombres y nuestra misión de desarrollarlas. Se trata de aceptar el reto, de recuperar el espíritu explorador y el sentido del honor, de alzarnos y de alargar los dedos hasta tocar la cara de Dios.
De eso se trata. Pocas veces en nuestro tiempo se escucha el clamor por la libertad de forma tan clara. El problema es que los mejores esclavos son aquellos que no se dan cuenta que lo son y a quien sirven. Nos hemos convertido en esclavos de un dios estado todopoderoso, creador y garante de nuestro bienestar. Un estado que no da nada gratis, sino con cada plato de lenteja que recibimos nos convertimos en personas menos libres para servir al Dios verdadero. Un dios estado que financia el aborto con nuestros impuestos y salarios - también con aquellos de los cristianos. Un dios estado al que alegremente sacrificamos a nuestros hijos para que les eduque a través de profesores ateos y agnósticos para ser ciudadanos ciegos y obedientes, siempre que sea gratis. Un dios estado que está en vías de expropiarnos completamente para luego redistribuir los bienes a su antojo.
Yo y mi casa hemos decidido no adorar a ese dios.